lunes, 17 de septiembre de 2007

La Juventud Perdida

Los Jóvenes somos el futuro de nuestro país. Nuestra formación y desarrollo dependen de la madurez de la sociedad que nos forma, esto incluye a nuestra familia, amigos, cultura, política y educación. Por eso siempre hemos estado en la pauta de conversación de todo tema, nos llaman "La Esperanza", vivimos para continuar una tarea, un proyecto de país, de sociedad.


Pareciera que ahora no se le diera la importancia necesaria a la etapa de formación en que están los adolescentes. Vivimos en un tiempo en el que todo lo que se refiere a juventud es bueno y envidiable. La sociedad que, en vez de entregar frutos, imita a una juventud inmadura e impide un crecimiento emocional para enfrentar el futuro. Las referencias positivas son mínimas o se mezclan con las negativas. Ropa, música, movimientos e imágenes conforman el lenguaje simbólico que caracteriza a los jóvenes. Van construyendo su identidad en donde la publicidad y cultura televisiva marcan lo que está de moda y el objeto a consumir: Planteamientos vanos, políticas surrealistas, conversaciones irónicas y sin contenidos, ligereza en el habla y falta de argumentos, así como el libertinaje en alcohol y el sexo, reflejan inmadurez en nuestra sociedad.

La entrada al mundo adulto exige cambios, madurez a niveles personales que manifiestan el verdadero sentido de la adolescencia, para lograr una autonomía personal. El adolescente en medio de su desorientación y conflictos internos busca cómo llegar a una personalidad responsable, lograr su independencia... en definitiva, volverse Persona. Alguien que no sabe valerse por sí mismo, pero quiere hacerlo, y al intentar conseguirlo pone en marcha capacidades nuevas, es decir, inmaduras. A medida que el niño va creciendo, se va volviendo menos ordenado, menos sociable, menos respetuoso que antes y más difícil de manejar. Los adolescentes no saben muy bien lo que quieren o a qué aspiran. Surge una dificultad emocional al llegar a el planteamiento de preguntas que no encuentran respuesta:


¿Qué hago aquí?

¿Cuál es el fin de todo esto?

¿Para qué? ¿Por Qué?

¿Afrontar una realidad preocupada de mis intereses o una para y por la sociedad?





El adolescente madura en cuanto se decida a recorrer el camino recién descubierto sin “andamiajes”. Surge un periodo (alrededor de los 15 años) que se caracteriza por la capacidad de pensar más allá de nuestra realidad. Ahora hay un nuevo mundo de posibilidades, de darse el tiempo para pensar en el futuro. Pero, ¿Qué pasa cuando el proceso de madurez no se hace presente?

En cuanto a nuestra sociedad, se siente que cada vez se está produciendo un mayor aplazamiento de responsabilidades sociales y de la propia independencia. “La eterna adolescencia”, que no se debe a falta de experiencias para la madurez, sino a una simple ausencia de esfuerzo, con sentimientos de irresponsabilidad, inferioridad, ansiedad y egocentrismo. Surge un estado crítico ante la sociedad, una rebeldía de la disconformidad dirigida contra las estructuras, valores y costumbres sociales, que a veces se prolonga más allá de los 20 años.

Si bien, la juventud es rebelde por naturaleza, más aún lo hace en esta época en que los jóvenes actuales son más rebeldes que nunca, con un sentido de superioridad por sobre lo establecido, dado que la sociedad en que viven ha cambiado, se han vuelto conformistas porque no han tenido que esforzarse para conseguir lo que querían.

La rebeldía transgresiva: Consiste en ir contra las normas de la sociedad, o por egoísmo y utilidad propia, o por el placer de no cumplirlas.

Se habla además de un nuevo concepto, llamado "niño Índigo", que refleja el efecto de los avances tecnológicos de las 3 últimas décadas y su influencia en las venideras generaciones. Se interesan en aprender sólo lo que les es de interés, lo demás no lo creen necesario y pueden dejarlo de lado. Se relacionan con distintos tipos de personas sólo para aprender de ellas. Hablamos de niños con una viveza especial, que se sienten capaces de hacer tanto o más de lo que podría lograr un adulto o superior, del alumno o hijo que cuestiona todo lo que haces si lo considera injusto, se cree con el derecho de responder y luchar contra toda injusticia. En él, pueden verse reflejados todos los defectos de un adulto, pues es un adulto en cuerpo de niño.

El niño de hoy, es el detonante del cambio, hace todo lo posible para que esta sociedad cambie radicalmente. Su energía hace que los cambios sean rápidos, provocando rupturas de patrones antiguos o no válidos por donde quiera que vaya. Pero, ¿cómo podría hacerlo? ¿Está realmente nuestra sociedad preparada para enfrentar estas nuevas personalidades y capacidades intelectuales?
Tal vez nuestra sociedad necesita una nueva concepción acerca de la educación y comunicación, para adecuarse a niños que son capaces de criticar y luchar en contra de sistemas tanto educativos, como sociales y culturales que están obsoletos.

¿Estamos preparados los chilenos para el cambio?


Publicado por: Valentina Soto.






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